
Renovando Horizontes
Un Nuevo Ciclo
Cada etapa en la vida de una organización deja marcas profundas, como los anillos que se graban en el tronco de un árbol y cuentan historias de tiempo, esfuerzo y crecimiento. Hoy, en la Fundación SODIS, caminamos sobre nuestra línea número 25, una línea que nos habla de evolución, de mirar atrás para entender lo aprendido, y de mirar adelante con la convicción de que podemos transformar y mejorar los procesos que antes guiaban nuestro rumbo. La enseñanza, el aprendizaje y, sobre todo, nuestro recorrido son las raíces que nos sostienen y nos impulsan a decir, con certeza y esperanza: “Podemos y debemos hacerlo mejor.”
Venimos de tiempos complejos, de atravesar la incertidumbre de la pandemia, el aislamiento de las cuarentenas y el desafío de mantener viva nuestra misión en medio de una crisis sanitaria sin precedentes. En esos momentos descubrimos que no basta con dar; comprendimos que, si queremos celebrar nuestros 50 años, debemos caminar con los pies firmes en la realidad y mantener los ojos bien abiertos a las necesidades de los demás.
Nuestro Rumbo
Hoy, el horizonte se dibuja con más claridad. Los puntos de llegada están más lejos, porque nuestros sueños han crecido, y aunque la población no está ciega, existe una ceguera que sí puede ser sanada: la del desconocimiento, la falta de oportunidades y de herramientas. ¿Cómo se sana? Con trabajo, educación, acompañamiento y compromiso genuino. En la Fundación SODIS, creemos firmemente que nuestra labor no solo es encender una luz al final del camino, sino ayudar a las comunidades a convertirse en faros para sus propias generaciones futuras.
Podemos afirmar con orgullo que la Fundación ha permanecido el tiempo suficiente para impactar profundamente en una generación entera. Y sí, nos sentimos plenos, orgullosos y agradecidos. Pero también somos conscientes de que siempre nos quedará la sensación de que pudimos llegar aún más lejos, de que las metas que un día parecían sueños imposibles hoy las vemos como desafíos perfectamente alcanzables.
Es tiempo de ampliar nuestra visión. Ya no basta pensar en una sola generación. Hoy debemos trabajar para tres: la que ya ha sido formada, la que ahora está creciendo y esa tercera generación que apenas empieza a asomarse al mundo, en los vientres de las madres o en los anhelos de las familias que sueñan con un futuro mejor. Nos mueve la certeza de que, cuando celebremos nuestros 50 años, podremos mirar atrás y decir con orgullo que trabajamos no solo por el presente, sino también por el niño que aún no ha nacido.
Gracias a todos los que hacen posible este camino. Seguiremos adelante, con paso firme, hacia un futuro lleno de nuevas historias que contar.